Comentario
A la luminosa figura de Van Eyck se contrapone la misteriosa de Robert Campin. Mayor que él, nace en 1375, muere poco después que Van Eyck en 1444. Tiene una larga vida que, desde que en 1406 se establece en Tournai, transcurre en esta villa. Alguna noticia lo presenta en situaciones poco airosas. Ninguna de las pinturas documentadas se conserva, pudiendo sin embargo deducirse que fue el más considerado artista de la ciudad. Por ello se ha buscado identificarlo con el anónimo Maestro de Flemalle, activo por los mismos años, no sin que hayan surgido voces discrepantes que abogan por otra identificación: Roger van der Weyden joven. De coincidir el maestro con Campin estaríamos ante otra poderosa personalidad, más limitada que van Eyck y apropiada a un gusto burgués menos complejo. Con una formación anterior, es normal que su recomposición del espacio se resienta de errores mayores.En la Virgen con el Niño de Londres todo parece reflejar una pintura de género, donde una madre da el pecho a su hijo, en el interior de una casa burguesa de cualquier ciudad más o menos importante del norte. Un análisis más detallado permite ver que la cesta detrás de la cabeza de María es su nimbo sagrado al mismo tiempo, que la copa sobre la mesa es un cáliz que anuncia su futuro sacrificio y que el libro abierto alude a las profecías sobre la Virgen, mientras tampoco son gratuitos los profetas del mueble del primer término a la derecha. En definitiva, que el pintor utiliza un lenguaje no tan alejado del de van Eyck. En el tríptico de Merode (Museo Cloisters, Nueva York) el fondo de la habitación central se va algo hacia arriba, mientras que tampoco convence la construcción de los muros laterales, siendo en esto inferior a su coetáneo. Pero en el lateral, al margen del lenguaje simbólico, crea una escena espléndida y aún tiene ocasión de crear un espacio urbano amplio en una mínima superficie de ventana abierta. Y, seguramente, es en la pintura de exteriores donde puede obtener los mejores resultados si juzgamos por la Natividad del Museo de Dijon.Entre sus obras más bellas, pero también más problemáticas, están las dos tablas que pueden haber sido laterales de un tríptico del que se hubiera perdido la central, que se conservan en el Museo del Prado. En la que debía ser izquierda, Enrique Werl y Juan Bautista, en un interior con espejo cóncavo similar al usado en el matrimonio Arnolfini. En la derecha, Santa Bárbara sentada y leyendo un libro, con evidentes recuerdos de una Virgen en el momento de recibir la visita del ángel. Pocas veces se ha acercado tanto el arte de Campin y el de Weyden, mientras que el espacio interior se ha llevado a una perfección que falta en otros casos.En el retrato de Enrique Werl o de los anónimos donantes del tríptico de Merode se revela el retratista sagaz y competente que fue Campin. Varios retratos de medio cuerpo se le atribuyen, como los de desconocidos (hombre y mujer) de la National Gallery de Londres. Es de notar este anonimato, porque es fácil que indique que la mayor parte de sus modelos, así como de sus clientes fueran los burgueses de Tournai. Esto coincide con el arte más burgués que parece serle propio, comparado con el de Van Eyck.Petrus Christus sucede a Van Eyck como pintor más destacado de Brujas. Alcanza la maestría tres años después de que muera éste, aunque muchos creen que estuvo en su taller. Sin duda es el que mejor recoge su herencia, y alguna pintura como la Virgen con un cartujo y Santa Bárbara (Museo de Berlín) ha sido atribuida a uno y otro e incluso se ha supuesto que la comenzó uno y la terminó el otro. Esto no quiere decir que Christus alcance la calidad de Van Eyck. Fue un retratista sensible, como se ve en el Retrato de muchacha del Museo de Berlín o el también anónimo Cartujo de Nueva York (Museo Metropolitano). Quizás la más conocida de sus obras sea la llamada San Eloy en su taller (Museo Metropolitano), tal vez una clase de retrato del tipo visto en Van Eyck, donde los visitantes son los donantes de la pintura.